viernes, 23 de septiembre de 2011

Esta noche


No puedo quejarme, o al menos no debería hacerlo. Tengo mucho más de lo que varios tienen o desearían, un futuro, una familia, salud, pero dicen por ahí que mientras más tenemos, mas queremos.


Alguien dijo por ahí que cada hombre es una isla, una solitaria en medio del mar, y que no necesita más. Esta noche, aquella afirmación no podría sentirse más falsa.


La soledad es un placer que se debe aprender a disfrutar, y lo hago, pero hoy hay algo diferente, y aunque me resulte difícil, y quizás sea una tarea infructuosa, lo tratare de explicar.


La fragilidad del alma humana, es un misterio, al igual que su fortaleza, tan fácil como puede romperse, un día puede repararse. Debido a nuestra condición humana, siempre necesitamos de alguien más, aunque lo neguemos, es parte de quien somos. A menudo lo negamos, nos hace sentir débiles sentir que dependemos de otros para llenar nuestros propios vacios. Aceptarlo es el primer paso, y el segundo, es liberarnos de ese miedo, ese que nos murmura en el oído que mantengamos los muros en alto para evitar cualquier clase de daño.


La gente necesita a la gente, es un hecho. Tenemos tanto terror de quedarnos solos, que contrariamente evitamos no acercarnos demasiado a alguien por el sencillo hecho de que esa persona pueda marcharse. Elegimos quedarnos solos por opción, porque entonces no sería nuestra culpa cuando alguien se marchase.


Esta noche, a diferencia de otras tantas, no tengo miedo, y por el contrario me llenan las ansias del contacto humano. Solo estar sentada junto a alguien, en el frio de la oscuridad, y sentir la tibieza de otra piel en la proximidad, quizás reposar mi cabeza sobre el hombro de alguien, y reír porque el silencio no genera incomodidad.


Sé que soy un ave de alas rotas, pero igualmente intento volar. No habrá otro pájaro herido que quiera sentarse a mi lado esta noche?

Hago un llamado.

Este tema ya definitivamente me supera, y no voy a guardarme más mis palabras.

Me parece absolutamente indignante la situación en la que nos encontramos como país. Basta de injusticias, como es posible que sigamos tolerando que nos pongan el pie encima una y otra vez.

Miles de estudiante perderán el año escolar, pero es realmente una perdida? Personalmente no me lo parece. Si ponemos en una balanza lo que perdemos, y lo que podemos ganar, creo que es claro el resultado.

Somos jóvenes, y un año de nuestras vidas no estará perdido si estamos luchando por una causa justa. No es un año perdido, es un año ganado, ganado en experiencia, ganado en la fuerza de nuestras convicciones.

Hoy, me encuentro en la desgracia de decir que debo volver a clases, porque lamentablemente, muchos tienen miedo. Si, miedo a tener que hacer todo de nuevo. No sé si reírme o llorar ante esta situación, meses de lucha tirados por la borda, por terminar el semestre, por favor, si es así, entonces para que comenzamos todo esto en un principio.

No pertenezco a ningún partido político en especial, si tengo un sector definido, pero ese no es tema, el tema es saber lo que está bien y lo que está mal, y hablar, gritar, y golpear todas las mesas posibles cuando ante nuestros ojos se presenta la injusticia.

Este no es solo un movimiento estudiantil, es una revolución social, es un pueblo que clama con sed de justicia, de igualdad.

Nuestro peor enemigo en este momento no es el gobierno, ni la clase política, nuestro enemigo somos nosotros mismos, nuestros miedos. No tengamos miedo de levantar la voz y gritarle a los cuatro vientos aquello que nos parece mal.

Hago hoy un llamado a todos quienes lean esto, no nos rindamos, no bajemos los brazos, hagamos valer nuestra voz, y más adelante, nuestro voto.

Amigos, que la lucha continúe.