Como un veneno, una probadita no mata, pero una vez que corre por la sangre y lo bombea el corazón, entonces estamos perdidos. Creo que pierdo la batalla.
Un encontrón, una guerra entre dos órganos vitales. Por más que he intentado entrenar al de la razón, el otro siempre le hace el peso, quizás demasiado, como si por naturaleza siempre fuera a ser más fuerte. Como se supone que logre algo si el sin sentido grita dentro de mí.
Voy a encerrarte en una cajita de cristal y a esconderte bien adentro, porque creo que con cualquier otra alternativa siempre saldrás ganando.
El arte de disimular entra en acción, el de callar, y el de cerrar los oídos también.
Hasta aquí llego yo.
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